"No camines detrás de mí, puedo no guiarte.
No andes delante de mí, puedo no seguirte.
Simplemente camina a mi lado y sé mi amigo"
(A. Camus)


jueves, 8 de abril de 2010

"¿Quién decís que soy yo?"


Hace dos mil años un hombre formuló esta pregunta a un grupo de amigos. Y la historia no ha terminado aún de responderla. El que preguntaba era simplemente un hombre artesano de Nazaret a un grupo de pescadores. Nada hacía sospechar que se tratara de alguien importante. Él y los que lo rodeaban eran gente sin lo que el mundo llama “cultura”. No poseían títulos ni apoyos. No contaban con armas, dinero ni posibilidades de adquirirlos. Eran todos jóvenes, poco más que unos muchachos, y dos de ellos –uno precisamente el que hacía la pregunta- morirían antes de dos años con las más violentas de las muertes. Todos los demás acabarían, no mucho después, en la cruz o bajo la espada.

A este artesano nazareno los violentos lo encontraban débil y manso. Los custodios del orden le juzgaban, en cambio, violento y peligroso. Los cultos le despreciaban y le temían. Había dedicado toda su vida a Dios, pero los ministros oficiales de la religión de su pueblo le veían como un blasfemo y un enemigo del cielo. Eran muchos los que le seguían por los caminos cuando predicaba, pero a la mayor parte les interesaban más los gestos asombrosos que hacía o el pan que les repartía que todas las palabras que salían de su boca. De hecho todos le abandonaron en la persecución.

Y… sin embargo, veinte siglos después, la historia sigue girando en torno a aquel hombre. Media humanidad, cuando se pregunta por sus creencias, sigue usando su nombre para denominarse. Su historia ha servido como inspiración para, al menos, la mitad de todo el arte que se ha producido, para escribir al año más de mil volúmenes sobre su persona y doctrina. Y cada año, decenas de miles de hombres y mujeres dejan todo para seguirle enteramente, como aquellos doce primeros amigos.


¿Quién es, pues, este hombre? ¿Quién es y qué hemos hecho de Él? ¿Es fuego o opio? ...