"No camines detrás de mí, puedo no guiarte.
No andes delante de mí, puedo no seguirte.
Simplemente camina a mi lado y sé mi amigo"
(A. Camus)


viernes, 20 de mayo de 2011

¿"spanish revolution"? A buenas horas...


Nuestros jóvenes, haciendo vida en las calles de las principales ciudades de este pais, nos recuerdan que vivimos tiempos difíciles. ¡Ya era hora! Este sistema no hay quien lo mantenga, pero se acabaron las comodidades burguesas de los cabezapensantes y por fin la calle empieza a respirar movimiento. En plena euforia electoral, en plena campaña de venta de ilusiones, proyectos y "soluciones" los que duermen en la calle avisan:


- Crisis de trabajo: condenados a no tener futuro, vivienda, estabilidad. Adios a la Seguridad Social. Se acabó la bonita, edulcorada y acomodada clase media...
- Crisis de valores: porque todo vale con tal de que seas feliz y no armes ruido. Con tal de cada cuatro años nos votes y el resto no molestes.
- Crisis de la “generación perdida”, aquellos jóvenes a los que esta crisis toca de fondo, no tienen trabajo, ni perspectiva de tenerlo, y ahora nos amenazan con el retraso de las pensiones...

Vivimos en un mundo en el que parece nunca estamos a la altura:
1. por un lado, todo tiempo pasado fue mejor: "Es que antes todo era más fácil, es que antes no había estos problemas, educar a los hijos era más fácil, había más seguridad, nos conocíamos todos mejor..."
2. por otra parte, los que viene detrás dicen que no les entendemos: "Es que no estás al día, es que parece que no te enteras, es que esto ya no se hace así..."

Vivimos reconcomidos por ese pasado que parece era tan feliz y por este futuro que tocamos con la mano, pero parece no es para nosotros porque no lo entendemos.

Era como aquel hombre que no quería hacer nunca nada malo, pedía y pedía ayuda a sus amigos. Un buen día éstos decidieron qué hacer para que nunca pudiera hacer nada malo: atarle las manos. Le comentaron que así era mucho mejor, que podría vivir más tranquilo y sosegado, dedicado a lo que le gustaba. No se dieron cuenta de que atándole las manos tampoco podría hacer nada bueno, pero el fin era no hacer nada malo. Aquel hombre poco a poco se fue acostumbrando, si bien quiso librarse alguna vez de esas ataduras. Sus amigos le contaban las cosas malas que pasaban por el mundo –también las buenas-. El hombre pensaba que era mejor vivir así: con las manos atadas.
Pero un buen día –pasados muchos años- sus amigos quisieron liberarle de aquellas ataduras, el hombre ya había aprendido la lección. “Ya eres libre” le dijeron cortando aquellas ligaduras. Pero resulto que ya era demasiado tarde: sus manos estaban totalmente atrofiadas.

Nosotros podemos ser –también- este hombre. ¿Qué hacer ante la realidad que nos toca vivir? ¿Ante esta crisis social, y de valores, económica? ¿Cruzarnos de brazos? ¿Esperar a que otros empiecen? ¿Lamentarme, quejarme, encogerme de hombros, esperar, esperar, esperar a mañana?

La vida –el futuro- parece pertenecer los que más fama tienen, a los que igualan sus cánones a las modas de turno y en ello ponen todo su empeño: ser moderno, ser actual... ¿Es ese todo el futuro que nos espera? ¿Ser igual que los demás y morirnos de aburrimiento porque nada diferente se puede hacer, creer, decir?

¡No! Hoy aprendemos con estos jóvenes de la "spanish revolution" un mensaje: ESPERANZA. Si nuestra sociedad nos llama fracasados porque este sistema en el que vivimos reventó, queremos llamarnos y ser BIENAVENTURADOS. Si este mundo nuestro nos hace vivir en una barca a la deriva entre el mar del ayer y las dudas del mañana, nos llamamos BIENAVENTURADOS. En un mundo clasista, donde tanto tienes, tanto vales; en un mundo donde lo de listos es aprovecharse de los demás y meter la mano en el cajón que ahora hipócritamente algunos pretenden cerrar ¡a buenas horas!, queremos ser BIENAVENTURADOS.

Pero lo tenemos que sudar, esto no es ningún desfile de la Victoria, sino que es un estadio donde hay que competir: Aquí nadie regala nada.
Ø Dichosos los misericordiosos, porque no todo va a ser rencor, venganza, odios, rencillas...
Ø los que trabajan por la paz: es posible tener Paz dentro y fuera, en casa y en la vida.
Ø los que sencillos y limpios de corazón,
Ø los que lloran y se esfuerzan y luchan y no se dejan vencer por el desánimo.
Ø Dichosos los que tienen hambre.


Pero esto que parece imposible, inalcanzable, una utopía más: ¡puede no serlo tanto!... La verdad que muchas veces me apuntaría a la lista de Sartre: "¿me suicido o no?" ;) Pero prefiero a Chesterton en "Enormes minucias" donde lo pequeño, lo habitual, lo corriente, lo rutinario pueden tener un papel fundamental. No hace falta llegar a la luna, con llegar al corazón del otro basta. Por ejemplo:


Había un sacerdote que viajaba en el metro de Madrid siempre a una misma hora y hacía siempre el mismo trayecto. Al ir siempre en el mismo vagón observó que, normalmente, también allí estaba la misma gente. Se fijó en un chico que estaba en una esquina. En la otra estaba una chica. Cierto día que llovía, la chica traía un paraguas. Al salir del vagón a ella se le olvidó el paraguas y el chico, muy educado, lo recogió y salió detrás de ella. “Señorita, se le olvidó el paraguas”, le dijo muy amablemente. Ella le dio las gracias. A partir de aquel instante se ponían siempre juntos y hablaban animadamente. Pasado un tiempo, el sacerdote vio que tenían anillos en sus dedos. Se habían casado. Luego el sacerdote fue trasladado a otro lugar. Pasados unos dos años volvió a hacer el mismo trayecto y volvió a ver al joven matrimonio. Un día en que llovía, a ella se le olvidó el paraguas, y entonces él lo cogió, salió tras ella y le dijo de un modo brusco: “Te dejaste el paraguas olvidado. ¡Cualquier día olvidas la cabeza!”.

¿Cómo devolvemos a los demás sus paragüas?