"No camines detrás de mí, puedo no guiarte.
No andes delante de mí, puedo no seguirte.
Simplemente camina a mi lado y sé mi amigo"
(A. Camus)


lunes, 4 de junio de 2012

La locura de ser normal

¡Ahí es nada! Cada día que pasa es un experiencia nueva. Unos días te despiertan las ganas de improvisar, en cambio otros no te despiertan ni a cañonazos. Otras veces sonreímos a la vida por lo estupendamente bien que nos sentimos, al día siguiente sólo sabemos rebuznar.

Se nos nota enseguida: el cansancio, el mal humor, cuando vamos de sobrados o cuando necesitamos que alguien nos palmotee la espalda. No podemos disimular cuándo alguien nos agrada o cuándo nos molesta.

Y lo difícil es ser normal. Pasamos de lo borde a como si no hubiera pasado nada. Vivimos en el difícil equilibrio de estar dando a la lengua y después como si hubieran sido sólo los demás. Pero es imposible mantenerse, algún día el torpedo llegará a la línea de flotación y todo se hundirá -más tarde o más temprano- pero se hundirá. Por más que mandemos el SOS, nadie ya responderá.

Lo único que se me ocurriría para rezar sería: ¡Dios! ¡¡¡Quiero ser un loco de la normalidad!!! Por que así la vida será más fácil para los demás; por que no todo lo tendré que hacer tan complicado; por que así no estaré buscando dobles sentidos a miradas, palabras o actitudes. La normalidad de saber decir las cosas a la cara, como amigos, que saben ayudarse, apoyarse, decirse lo bueno y lo malo. No se trata de "soy así, o lo tomas o lo dejas", las relaciones requieren un dar y recibir: aceptar lo bueno de la otra persona y esforzarme por ofrecer lo mismo. La amistad, el amor, no son vendas en los ojos. Si no gafas nuevas, más realistas, pero también capaces de detectar los errores.

Y en medio de una sociedad de apariencias y escaparates, de dimes y diretes... Ser normal es ser feliz, no ir al toque de las modas de turno. Es ser tú mismo, sin que los demás dicten cómo debe ser tu obrar o pensar tu conciencia...

Esforzarse, no por agradrar, si no por ser uno mismo, por ofrecer lo mejor de ti -aunque no te apetezca-; luchar por la paz y la alegría, por el buen humor, por la acogida. Por el respeto, no sólo para ti, sino primero para los demás. Por saber construir y no dividir.

Al final, encontraremos un camino: el recorrido de nuestra vida. Lo satisfactorio será dar la vuelta y descubrir con satisfacción rostros de personas amigas que han formado parte importante de nuestra vida. Lo peor sería descubrir esos sitios vacíos ¿no?... Tu vida, al final, no será sólo tu yo, sino la sumas de los que has conseguido convertir con tu yo en un nosotros...

¡A trabajar por la normalidad!