"No camines detrás de mí, puedo no guiarte.
No andes delante de mí, puedo no seguirte.
Simplemente camina a mi lado y sé mi amigo"
(A. Camus)


sábado, 28 de julio de 2012

Que no te miren, que te admiren!


Vivimos en una sociedad de escaparates. Nos encanta fisgar y en cierta manera que nos fisguen. Copiamos ideas de los demás, les imitamos en lo que nos gusta, aprendemos valores y soñamos con sus ideales.

Todo depende de los que muestres en tu escaparate: según seas o vistas o hables o charles tendrás más o menos seguidores, admiradores o - digámoslo sinceramente- fisgones.
La mayor desgracia hoy es vivir sin escaparate, o tenerlo simplemente abandonado. Es el momento en el que pasarás a engrosar la temible lista de los que nada tienen que decir, mostrar. Si no aportas nada que la gente quiera ver: a echar las persianas del cierre. No se trata de mostrar tu mercancía, estamos obligados a que esa mercancía sea atractiva, guste a los demás.

Por eso a veces es tan complicado vivir en sociedad. Requiere un esfuerzo por estar al día, por acatar los dictámenes de las modas de turno. "Hay que estar al día" nos repiten incansablemente aquellos que han decidido engrosar las listas de los que no quieren pensar por libre o decidirse a tirar la toalla en el ring del conformismo.

Pero nuestra historia es demasiado aburrida de esta manera. No podemos ser todos iguales. La vida la construyen los decididos a pensar por si mismos. Siempre habrá conformistas, siempre existirán parásitos que serán 'algo' a costa de confundirse con el resto. Pero si en algo hay que incidir no es en el simple "que te miren". Los valientes dan un paso más: que me admiren.

La vida es una oportunidad para que te admiren: por tu forma de ser, de trabajar, de ser buen amigo. Los chulitos de playa caducan en septiembre, los listillos de turno se desvanecen en los exámenes de mayo, los que tanto prometen mudan en cuanto toca arrimar el hombro. Por eso necesitamos, no escaparates, sino personas. A las que imitar, admirar, por las que dejarse sorprender. Sólo te enamoras del que admiras, lo demás no son amores sino simples gustos.

Así la foto que ilustra: una iglesia grande, que asombraría a todos los que la mirarían. Hoy sólo ruina, que nadie mira sino que lamenta. Por cierto, es Belchite.

No seamos simples escaparates de mercancías varias que la vida va agrietando. El tiempo va poniendo cada cosa en su sitio, el ridículo mayor es querer detener su avance. Tú se de los que admiren, que merezca la pena estar contigo. Por tus palabras, por tu sinceridad, por tu dedicación, por tu discreción, por tu entrega.

Que no te miren: que te admiren!