"No camines detrás de mí, puedo no guiarte.
No andes delante de mí, puedo no seguirte.
Simplemente camina a mi lado y sé mi amigo"
(A. Camus)


sábado, 27 de julio de 2013

Llena tu vida de un sincero Amor

         

Escribía Gabriel Marcel que decirle a una persona "te quiero" era realmente certificarle "tú no morirás". Amar -¡la levadura de nuestros amores sinceros!- supera las barreras sociales, raciales y económicas. Incluso la distancia. Como fuerza imparable, incontenible y arrolladora, sentirse amado es saberse grande, importante, única para otra persona. Desde ese día mi vida no se entiende sin la otra persona, como tampoco se la comprende a ella sin mi. Cada día, cada lucha, esperanza o incluso cada disgusto son siempre compartidos, cosa de dos. Ya no conjugo los verbos en singular, sino en plural; ya no pienso en "lo mío", sino en "lo nuestro".

Por eso, es normal que toda persona quiere enamorarse o sentirse enamorada. Experimentar que para otra persona no es que seas importante ¡es que eres imprescindible! Saber que ocupas el tiempo y los recuerdos, las aspiraciones y deseos de otra persona y que es exactamente lo que te pasa a ti con ella. Ambos ponen significado a palabras como entrega, empeño, complicidad, felicidad, fidelidad. Sólo una palabra llena de sentido cada día: futuro. Y es que eso es precisamente lo que ambos experimentan: que esa historia construida cada momento, cada hora, con cada acontecimiento tiene futuro, que no puede acabarse con el atardecer o tras un mero enfado. Que el amor todo lo perdona y todo lo puede, porque el amor no pasa nunca.

De ahí que a veces nos cueste "enamorarnos". No podemos ir por la vida entregando nuestro corazón al primero que pica, a la primera oportunidad. Nada tiene menos futuro que el producto de un feriante ofrecido en una plaza nueva por que en la anterior nadie lo quiso. El amor -pienso- no se ofrece como mercancía, se gana como conquista, se lucha como pelea, se celebra como una victoria. Ganarse a la otra persona: conquistarla en los detalles, en las sonrisas, en los miradas y en los silencios, en las complicidades. Sentirse a gusto, experimentar el bien, saberse feliz: contagiar esperanza y plenitud. Descubrir que el tiempo no es barrera, sino cómplice: el comodín necesario para que esa historia no sepa ni de "horas contadas" ni de finales pactados.

El Amor verdadero necesita las mayúsculas. Otros amores nos hablarán de fines de semana o de veranos, de amores pasajeros o amores de barra. Pero sólo el Amor merece la pena, llena la vida, contagia eternidad, transmite felicidad. Otros amores colmarán satisfacciones rápidas, anhelos pasajeros, tardes o noches de compañía fugaz. Los "amores" llegan un día a su fin, el Amor que se sabe eterno es imposible llegue a terminar. De ahí que muchas veces nos equivoquemos, que llamemos Amor a lo que realmente no lo es.

Todo depende de con que amor o Amor quieras llenar tu vida.