"No camines detrás de mí, puedo no guiarte.
No andes delante de mí, puedo no seguirte.
Simplemente camina a mi lado y sé mi amigo"
(A. Camus)


domingo, 19 de julio de 2015

¿Porque lo llaman amor cuando quiere decir sexo?

       
    

Como conquista, premio o satisfacción rápida y cómoda. Hoy llamamos amor a cualquier cosa. Nos aprovechamos, se aprovechan. Momentos rápidos y fogosos, de usar y tirar. Amor que no llena, sino que simplemente engaña: personas convertidas en consumo, en objetos de usar y tirar.

Hoy amor ya no es nada eterno, ni necesariamente llena el porvenir de ilusión. Amor es un gesto, una satisfacción, un desahogo barato de sábado, esperado ansiosamente cada noche de la semana. Y listo. Hasta otro sábado.

Y por el camino se quedan las personas, los objetos... se quedan sin nombre, sin ganas, sin vida, sin rostro. Mujeres, hombres, incluso niños. Obligados o movidos o condicionados o convencidos de que ser útil es disfrutar o hacer disfrutar. Aunque después no puedas sonreir.

Niños condenados a no tener infancia, a no ser felices. A vivir amargados, si es que se puede llamar vida a lo que después les queda: fruto de una sociedad de consumo que no se ruboriza lo más mínimo por robarles la dignidad.

Por que eso mismo es lo que hemos perdido: la dignidad. Y con dinero compras hasta las personas. ¿Comprar? ¡No!: hipotecar. Porque así quedan para toda su vida, mientras otros disfrutan de su progreso.

¿Amor? Hace tiempo se necesita redescubrirlo. Su gratuidad y su innata necesidad de eternidad. Usado como arma lanzadera de acera a acera; corrompido en aquellos que lo han convertido en momento de usar y tirar; recortado en sus ansias hasta que "veamos que no hay feeling". Y sin lucha, sin esfuerzo, sin ganas, sin coraje no hay amor. Sólo hay gusto. Y los gustos son para las comidas, pero no para las personas.

Me gusta estar con las personas, pero debo amarlas. Es un paso más: porque compromete. Porque me lleva a no utilizarlas. Porque las situa en su lugar: en el mismo en el que estoy yo, en el centro de la existencia. 

Sólo una cosa tiene buena, pero sólo para una sociedad de consumo. Pronto captas a quien sólo le gustas y prentende convertirte en un instante; también quien sabe mirarte con ojos de eternidad. Es lo que tiene crear trampas para otros, al final acabas cayendo tu tambíen.  Nuestro amor no tiene sentido, solo tenía instantes y nada de futuro, magistralmente enseñaba Camus en "la peste".
Los pobres, los explotados, ni tienen ni derecho a darse cuenta de semejante utilización, solo tienen la oportunidad de callarse. Y así nos va.

No creo en ese amor barato, corrompido, utilizado contra otros. Creo en las personas que me aman, creo que hay personas a las que solo puedes amar. No quiero creer que ese amor se haya extinguido, como los animales o las plantas. Quiero confiar que el dinero o el placer o el confort nos ha helado el corazón: y algún día la mirada de los cientos de niños o mujeres u hombres explotados nos hará caer en la cuenta para tener la valentia de pedir perdón, reparar el daño causado y hacer posible la única fuera capaz de mover el mundo: de mover nuestras vidas.