"No camines detrás de mí, puedo no guiarte.
No andes delante de mí, puedo no seguirte.
Simplemente camina a mi lado y sé mi amigo"
(A. Camus)


domingo, 3 de julio de 2011

¡Pedante!



¿Cómo se dice en italiano “maestro”? Se refiere a un catedrático, maestro de altura y categoría: los italianos lo llaman pedante.

Vivimos hoy en un mundo de maestros -¡que no pasan de ser unos pedantes! –en el pleno sentido español de la palabra-: todos nos dicen lo que tenemos que hacer, lo que está bien o mal, quien es de los nuestros y quien no. Todo argumento de autoridad es “porque lo digo yo” y debemos poner el punto final. ¡Cuántas discusiones en casa o con amigos acaban mal por querer poner todos a la vez el punto final! Así tragamos programas de ¿presentadores? que gritándose durante varias horas, quitando y poniendo razones “porque lo digo yo” son el entretenimiento de la tarde/noche de los que hemos preferido perder la razón: hablando de los mismos, pero diferentes personas en diferentes canales... con tal de que nos den el resultado hecho...

Estamos entregados al enemigo, y no mires de reojo a tu alrededor: me explico. Es difícil llegar a querer realmente a una persona. Comienzas -¡somos humanos!- juzgando sus apariencias, sus comentarios. Enseguida sacamos un juicio. Si es positivo, seguimos profundizando: familia, trabajo, estudios, aficiones, ideas... Poco a poco, vamos construyendo nuestra opinión. Hasta que al final puedes llamarlo amigo o si las cosas han ido con más profundidad, presentarlo/a como tu pareja. Pero hoy juzgamos al mundo y a nuestra sociedad según nos cuentan los demás...

- Depende quien pique en nuestra puerta, depende su grupo racial, ya decimos a qué vendrá: a pedir o a robar... porque nos lo han contado los demás, lo hemos oído, lo dice la gente. ¡Cómo nos arrepentimos de haber abierto la puerta!


- Ves a un determinado grupo sentados en el Parque, haciendo vida en él; enseguida protestamos: ¡molestan!, es que dicen que no dejan jugar a los otros niños, es que dicen que son algo raros, que no se les entiende, que lo dejan todo sucio... Pero no nos molesta que se queden en pisos donde cada habitación está alquilada a una familia, y tienen que estar en la calle porque en casa no hay quien viva... Pero nosotros, sin problema ¡tenemos casa de verano para “relajarnos”!

- Vemos a “pobres de solemnidad” tirados por la calle, embarrados, encartonados para poder dormir, y si podemos cambiamos de acera... porque a nuestra sociedad les molesta: nos han dicho que roban, que se drogan, que se pelean entre ellos, que beben...



- Sólo triunfa -en nuestra sociedad- el que vive bien, con dinero, con buena casa y buen coche. Al parecer para ser "alguien" necesitas comprarlo: sólo el dinero posibilita ser feliz, o mejor: ser ¿persona? Con dinero todos te sonreirán, las puertas se te abrirán. Si eres uno más, nada: nunca merecerás siquiera que te miren o cuenten contigo.



Por tanto ¿qué hacer ante esta realidad?

1. Estar cansado y agobiado... porque será la única forma de que realmente nos demos cuenta de que nos “cuesta” la vida... ¿te cansa pelear con un enfermo, por tus hijos, por tu vida, con tus cosas? Perfecto, lo estás haciendo bien. No se cansa el que nunca hace nada. Sólo el que lucha, se esfuerza es capaz de esperimentar el cansancio.

2. Reconocer que necesito descansar, que yo no puedo con todo, que por más que me empeñe otros pueden hacer más que yo... Aportar lo que eres: ni más, ni menos. Cansado -pero satisfecho porque me siento vivo- y necesitado de poder compartir con tu pareja, con tus amigos lo que hay dentro de tu corazón, escuchar y que te escuche, acoger y sentirse acogido. No quedarse a la mitad, pero reconocer que la vida es una suma, no sólo yo sino tú + tú + tú + tú...



¿Estamos dispuestos a sumar?