"No camines detrás de mí, puedo no guiarte.
No andes delante de mí, puedo no seguirte.
Simplemente camina a mi lado y sé mi amigo"
(A. Camus)


sábado, 22 de septiembre de 2012

La seguridad de saber qué quieres...

No hay peor situación que una persona de la cual nunca sabes por dónde le va a salir el tiro: si por la culata o el cañón. Vienen con los de la feria, se marchan con los del ganado; aparecen con la Paloma y reviven por san Isidro. Les va todo, les van todos, de todos y todo hablan. Pero en nada se comprometen.
Es la situación que tantas veces podemos afirmar de aquel tonto que al señalarle la luna se quedaba mirando el dedo. Ninguna consejera peor que la indecisión, ninguna amiga más rastrera que la vida con el complejo de veleta: depende por dónde (y quien) sople.


Hay que reconocer que es verdad que no les suelen faltar a éstos amigos. Claro, siempre hay gente bien dispuesta a que le calienten el oído, a que glosen sus hazañas o cuánto menos le soplen cerquita, como quien no quiere la cosa: "como tú no hay ninguno." No les va mal, no. Pero ¿Se puede ser feliz así? ¿No llamarán felicidad a la mera ausencia de problemas? Si en la vida sólo sabemos calcular, las cuentas nunca nos saldrán. No han pasado a la historia los aduladores - alguno si, bueno- pero las calles y plazas y avenidas se dedican a descubridores, luchadores, aventureros... Hombres y mujeres que supieron descubrir un horizonte: la Verdad. Y fieles a ella llegar hasta los últimos rincones del planeta, de la ciencia, del pensamiento o de la literatura.

Pero no nos equivoquemos: tampoco se trata de ir soltando lo primero que se nos ocurra. Hablaba Kant del imperativo categórico con aquello de que pienses si lo que tú haces podrían hacerlo los demás; o incluso Jesús de Nazaret con aquello de amarse unos a otros. Son dos abismos. En el medio, la virtud. No podemos tratar a los demás de cualquier manera. Siempre esperan algo de nosotros y no podemos defraudarles... Valentía, lealtad, coraje, servicialidad, agallas, entrega... Cara y cruz, pero ¿qué es eso, sino la propia vida?
Echemos la moneda... Caerá de canto: ni para ti, ni para mi. Para los dos. Para los tres. Para todos.


Todo depende del papel que hayas elegido en la vida, eso si, después no te quejes si no has logrado vender todas la entradas.
La suerte está echada: veleta o cimiento que no se ve pero sostiene; o reina de la farándula o monitor de atrezzo que posibilita que cada escena y personaje salgan como requieren ( ni más ni menos). 

Todo depende del papel que hayas elegido en la vida, eso si, después no te quejes si no has logrado vender todas la entradas.



sábado, 15 de septiembre de 2012

La aparente dificultad de la felicidad




Dicen que el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra. Puede que sea verdad. No aprendemos, dicen, ni a trancas ni barrancas, a pesar de los que defendían que "la letra a golpe de palo entra"... 

Parece vivimos esperando lo que no llega, ansiando lo que soñamos nos llene de felicidad, dejando descolgarse las hojas del calendario mientras nos cansamos de tachar cada noche ese día que esperábamos fuera ya el nuestro.

Queremos que nos llamen, que nos citen, que nos tengan en cuenta. Aguardamos con impaciencia gradual esa o esas personas en las que descubrir lo que todavía no hemos experimentado o podemos contemplar con envidia en los demás. Esperamos, si, pero siempre que empiecen los demás. Nos creemos demasiado importantes, parece, o cuanto menos, bastante mas ocupados que el resto de los mortales.

Empezar es cuestión de suerte, la de los principiantes. Perseverar es de conquistadores o de héroes. Cuánto cambiarían las cosas si en vez de esperar que me llamen, llamara yo. Si en vez de esperar que me invitaran, lo hiciera yo. Si en vez de estar esperando que me tengan en cuenta, tuviera yo a los demás.

No nos cuesta protestar y poner el grito en el cielo cuando los demás tienen iniciativa y no se acuerdan de nosotros, o del mensaje que nunca llega... Pero las oportunidades no están en los cajones de nuestras casas o despachos, sino en las manos de los demás. Nuestra vida no está hecha para esperar oportunidades, sino para darlas. No estamos programados -cientificamente demostrado- para conquistar El Dorado o la Atlántida, sino para descubrir que cada persona puede ser ese tesoro que me gustaría poseer. Eso si, pero como Ali Babá cada uno tendrá que descubrir la palabra mágica, esa que abre la cueva, el corazón, de los que tiene enfrente. Requiere tiempo, esfuerzo, ganas, dedicación... Claro, no te la van a decir nada más llegar...

En fin, si te quejas es porque quieres. Decídete a dejar de ser protagonista de tu propio culebrón, atrévete a poner un casting en tu vida: arriésgate a co-protagonizar una película, la película de tu vida, esa en la que quieres nunca llegue el final...

lunes, 10 de septiembre de 2012

Color esperanza



La vida nos demuestra cruelmente tantas veces lo difícil de la lucha. Deseos, aspiraciones, inquietudes, ilusiones. Construimos el presente soñando un futuro de probabilidades que tantas veces son tejidas por adversas circunstancias, teñidas con los colores de las oportunidades dadas o deshilvanadas por una suerte esquiva que prefirió no sonreirnos.

Somos viajeros, ciertamente, con un destino común, con el triste sino de ver pasar los años, de colar nuestras vidas en el tamiz indolente de un final que espera inexorable e inmisericorde cada oportunidad. Mientras tanto el reloj continúa su labor, cada día pide su significado, su "por qué" o cuanto menos una simple respuesta, un mero sentido a su labor.

Cada sonrisa o mano tendida o una persona que escucha son un hito, merecen -claro- un sitio en el corazón. No es la vida fácil, no, pero afirmando que hay personas que la complican más también es verdad que con otras es mucho mas fácil. También habrá que preguntarse si a los demás yo se la complico o me implico con ellos.

Desconozco la experiencia de cualquier refugiado en un campo o de aquellos que horrorizados contemplarían desde sus barracones las trémulas procesiones hacia las cámaras de gas. O el sentimiento de impotencia en esos 100 inmigrantes cuya patera se hundió a poca distancia ya de aquel sueño esperado: Europa. El hambre del que ya no puede ni disimularlo con su familia o el enfermo que sabe ya ha comenzado la cuenta atrás. La familia que ha ingresado la lista del paro y miran con preocupación cómo comienzan a disminuir sus ahorros...

El panorama no es esperanzador. Pero si podemos nosotros poner de color esperanza estos grises inciertos de apatías, indiferencias, traiciones y humillaciones. Cada situación o persona o conversación puede ser transformada. El optimista crea alegría, el alegre sabe tejer lazos de amistad. Sólo con ver su foto se te ilumina la cara con una sonrisa. Quizás una buena solución a esta crisis desesperandora seria poner grandes carteles con gente feliz para volver a descubrir que podemos serlo si queremos y experimentar que los nubarrones no podrán nunca ocultar la luz...

O nubarrones o sonrisas, esperanzados o desesperanzados, ilusionantes o desilusionantes. Un reto, un empeño. No disimulo que el final llegara, es verdad, pero qué diferente será afrontarlo desde un lado u otro. Que diferente será cuando alguien - quizá algo perdido- se tope con la losa que cubra mi sepultura y sin poder disimular una sonrisa salga de su corazón una simple oración: 'gracias'.