"No camines detrás de mí, puedo no guiarte.
No andes delante de mí, puedo no seguirte.
Simplemente camina a mi lado y sé mi amigo"
(A. Camus)


martes, 18 de junio de 2013

Lo importante de saber para qué tengo corazón

      

Cuando has decidido que una persona puede ser importante en tu vida, manifiestas que has llegado no sólo a comprenderle, sino a quererle. Le has tomado la medida, has descubierto su personalidad. Sabes sus puntos límites, hasta dónde puedes llegar. Un amigo es aquella persona que pone su corazón en tus manos, porque te quiere como algo propio. La amistad no es cosa de cafés o de pequeños momentos que nos sirven de entretenimiento, la amistad requiere -¡empeña!- la vida entera.

Lo peor en la vida es ir poniendo el corazón en las cosas y no en los personas. Dinero, placeres, caprichos, egoísmos, vanidades, perezas, falta de entrega... De ahí siempre brota el mal: difamaciones, críticas, envidias, sensación de constante derrota. Cuando mi corazón es envidioso o egoísta no descubro amigos, sino enemigos, rivales. Más aún, el dinero puede dar aparentemente la felicidad, pero es a costa del mercado: puedes comprar en la medida que tengas. Eres feliz - supuestamente- cuando tus posibilidades te permiten aquello con lo que crees puedes llegar a estar satisfecho. Pero la televisión, la wifi, el iPad o la consola nunca serán tus amigos. Como mucho, entretenimiento. Nunca te comprenderán, apoyarán, animarán. Si no hay electricidad, no funcionarán. Al final, puedes comprar todo lo que puedas, pero necesitarás de otros factores para que puedan funcionar ( electricidad para electrodomésticos, carreteras y rutas para btt, playas para veranear, infraestructuras donde poder vivir y desarrollarse). La felicidad aparente del dinero no sólo depende de lo que tenga o adquiera, los factores externos cuentan.

Un amigo, en cambio, no necesita electricidad. Siempre sabe estar ahí. No requiere de más condicionamientos que mi presencia (incluso sin ella, saber pensar en mi). Y ahí es donde debemos poner el corazón. Así, lograremos siempre comprensión, ayuda, estímulo, perdón, esperanza. Porque podrá "leer" nuestro corazón, nos comprenderá. Si es que sabemos nosotros primero dónde tenemos el corazón... Es cuestión de principios.


viernes, 7 de junio de 2013

Ser el mejor recuerdo de los demás


Es verdad que hay personas que son auténticas pesadillas. Gente que se ha aprovechado de nosotros, que nos ha utilizado o que simplemente se entretenía en nuestra compañía. No es fácil acertar con las amistades, con las "medias naranjas"; no matamos en amoldarnos a otros y cuando nos damos cuenta nuestra vida ha dejado de ser importante para ellos.
 
Lo peor sería encerrarnos en nosotros mismos, buscar culpables, soñar en pasado. Lo que merece la pena es buscar en el presente quien o quienes pueden ser tu futuro. Esa persona que siempre te saca una sonrisa, o la que nunca te ha pedido nada a cambio o, simplemente, la que siempre estuvo ahí. Más aún: aquella que siempre te necesitó, porque siempre fuiste importante para ella. No hace falta hacer milagros. Sólo saber estar, y estar para algo, vale más una mirada que mil explicaciones.
 
Es verdad que la vida pasa deprisa, ¡vuela! Pero que importante es volver a pasar las páginas de la agenda o del calendario y recordar en ellas personas y situaciones que te hicieron la vida más feliz. Hay personas que con sólo recordarlas te dilatan el alma (también al revés, por desgracia). ¡Qué bueno sería recordar que también con nosotros pasa! Nunca recordarán al borde o la borde, al que siempre andaba con líos o complicaciones. Siempre recuerdas -no al simpático- sino al que siempre supo estar en su sitio. Así va esta sociedad: descolocada, porque todos queremos ser el primero, los mejores, los del punto final.
 
Toca pararse a pensar. Ser persona no es triunfar. Ser persona es vivir: hacer de tu vida "algo" con significado para otros. Y significar quiere decir: construir, edificar, animar, apoyar, perdonar, amar, hacer importante.
 
¡Ojalá tú seas un  instante eterno en el corazón de muchos!