"No camines detrás de mí, puedo no guiarte.
No andes delante de mí, puedo no seguirte.
Simplemente camina a mi lado y sé mi amigo"
(A. Camus)


miércoles, 3 de agosto de 2016

3, 2, 1... ¡Silencio! ¡Se vive!



Quedarse en silencio, frente al espejo, frente a la vida...
Uno solo cara a cara  consigo mismo. Sin bandas sonoras ni melodías engañosas, ni siquiera otras vidas que te confundan o camuflen: ¡Yo!

Silencio para mi
Un rostro frente a una existencia. En silencio: para estremecerte interiormente ante tus miedos, disfrutar pausadamente íntimos sueños, sentir las caricias apasionantes de la felicidad o los hirientes rasguños de tus secretos inconfesados.  Silencio. El mismo que nos asusta, que nos desnuda, que nos encarna en la cotidianidad de la existencia de alguien que se resiste a ser uno mas.

No es un compañero de camino desconocido nuestro protagonista -¡nos inquieta más de lo que parece!-: ese mismo que cierra nuestras espaldas a las opiniones de otros, la extraña sensación de quedarte sin respuestas a tantas preguntas, el tedioso vacío de una tarde en solitario donde nadie siente la necesidad de comunicarte nada. 

Silencio para otros
Silencio que es respuesta: callarte mejor que ofender o juzgar; ofrecer la mano sin excusas baratas o respuestas prefabricadas. Minutos de silencio que denuncian injusticias, faltas de humanidad. Gritos asesinos frente a democráticos silencios. La respuesta es mi vida, erguida, enhiesta frente al terror, miedo o angustia. Silencio que debe en cambio gritar frente a la injusticia: no puedo quedarme callado, debo responder, sino sería igual de culpable... Hay situaciones que no se resuelven con silencios.

Silencio de vida para conmigo y para con otros
Silencio al quedarse sin palabras ante un susto, disgusto o enfermedad. Abrazo sin palabras, lágrimas teñidas de suspiros, desilusión que se niega a descubrir horizonte. Pero también alegría contenida,  conquista de cada futuro o sueño. No necesitas palabras, los hechos te lo demuestran. "Si los pensamientos no te aportan las respuestas, prueba el silencio. Del silencio surgen todas las respuestas, en el silencio se resuelven todas las preguntas." (Rava Bakou)

Silencio que te imponen en hospitales, iglesias, museos... Silencio vacío porque lo que calla la boca lo expresa el corazón. No es ese silencio de ausencia de palabras el que nos plenifica. El nuestro es otro, es un misterio. El de una personal existencia y su necesidad vital de sentir latir el corazón, saberse vivo, trascenderse. No es quedarse sin argumentos: sino experimentar que mas puede el sentimiento y el deseo que aquello que puedas expresar. Que no hay palabras que transmitan tanto como sientes o pretendes contagiar. Silencio que engendra vida, esperanza, sueños, futuro... Un no se qué que queda balbuciendo. Este elocuente tartamudeo es la expresión última del asombro místico: al otro lado comienza el vasto silencio de lo incomunicable” expresaba Elisabeth B. Davis.
Silencio que necesitamos, líquido amniótico que nos nutre para el nacimiento de cada mañana. 

Silencio: 
  encontrarme y encontrarte, 
              conocerme y conocerte, 
                   perdonarme y perdonarte, 
                         quererme y quererte, 
                             contagiar y entusiasmar, 
                                   amar, multiplicar... ¿¡Creer?!

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