"No camines detrás de mí, puedo no guiarte.
No andes delante de mí, puedo no seguirte.
Simplemente camina a mi lado y sé mi amigo"
(A. Camus)


domingo, 18 de septiembre de 2011

más vale bien-perder que mal-ganar ¿o no?

http://youtu.be/906XQxaXjm4

Nada hay más humano que protestar, que compararnos para todo con los demás. No nos gusta que nos comparen los demás con otros, pero nosotros enseguida sacamos la proa: "¿por qué a ellos si y a mi no?". Es lo que pensamos cuando, por ejemplo, la lotería de Navidad les toca siempre a los demás y a mi, nada de nada. Y es que realmente este mundo -dicen- tiene que estar hecho de ganadores, el que simplemente empata no vale (no digamos ya si encima pierdes). Pero hay cierto hálito de compasión, al que pierde siempre le queda un consuelo, el que le dicen los demás: no hay mal que por bien no venga, pero claro, si ese mal es para los demás.

Nos duele perder, que no salgan las cosas como queremos. Perdemos los nervios, la paz, incluso el sueño por las cosillas más insignificantes. De una gota sacamos océanos donde no llegamos al fondo con el pie. Nos complicamos la vida por dimes y diretes: por lo que yo dije... porque tú dijiste... porque yo pensaba... porque a mi me parecía... porque me habían contado...

Nos justa ser jueces. Emitimos veredicto sin haber escuchado a la otra parte, veredicto siempre de culpabilidad, claro. No nos preocupamos de saber si realmente el otro puede tener razón, no: nosotros creemos que ya tenemos la verdad ¿para qué vamos a necesitar la de los demás? Elevados sobre el estrado nos hemos convertido en dioses olímpicos que desde la impasibilidad de sus tronos deciden quienen son los buenos y quienes los malos.

Podemos realmente preguntarnos si ganar de esta manera merece realmente la pena. Yo, por mi parte, prefiero ser un perdedor. Me niego a que los demás dicten mi conciencia, que la "mayoría" decida por mi libertad. Hay cosas más importantes que ganar: la amistad, el amor, la vida en familia, la confianza, la esperanza, esperar cada día a ser alegre, la conciencia personal... Prefiero ser juzgado mil veces que atreverme a juzgar yo a otro. Prefiero perder cada día el juicio social sabiendo que puedo hacer feliz al que forma (o puede algún día) parte de mi vida.

Pero claro, todo depende de los que estés dispuesto a arriesgar... ¿te atreves a quemar las naves?

No hay comentarios:

Publicar un comentario