"No camines detrás de mí, puedo no guiarte.
No andes delante de mí, puedo no seguirte.
Simplemente camina a mi lado y sé mi amigo"
(A. Camus)


martes, 6 de diciembre de 2011

¡Qué difícil es ser "uno"!



No sé si alguna vez os ha pasado: ¿no os cuesta ser fieles a la opción que habéis tomado? Y no hablo de grandes opciones de estado de vida, sino de las pequeñas cosas, de las pequeñas opciones: dejar de fumar, dejar de criticar, no volver a beber tras una resaca, no volver a meter la pata, intentar cambiar los chistes. Incluso, en lo que toca a ser más "humano": ser bueno, justo, honesto, audaz, prudente, fuerte...
Nos quedamos, tantas veces, en los propósitos que vamos por la vida como caballeros derrotados, sin rumbo, cansados de experiencias que nunca nos han colmado, o sólo lo han hecho a medias... Hemos querido escalar montes, subir cumbres, bucear océanos, indagar cuevas. Pero llegados al final de la aventura siempre queda lo mismo: el día siguiente. Otro día más, otras horas por llenar... Te conectas al mp3, mp4, al iPod, al iPhone, al HTC y te imaginas con la música el mundo feliz, el mundo irreal... pero los postreros compases de la última pista te haces despertar a la realidad: sigues siendo el mismo, en la misma habitación y con la misma vida...
¿Dónde encontrar, pues, la clave de la felicidad, del cambio? Creo que en algo que nos suele pasar desapercibido. El propio "yo", la conciencia. Ahí es donde nos encontramos con nosotros mismos. Un espejo nos da parte de nuestra propia realidad, pero es sólo la aparente. Necesitamos entrar hasta el fondo del corazón para saber qué es lo que hay en él.
¿Por qué me levanto cada mañana? ¿Por qué hay días de alegría y días de tristeza? ¿Por qué hay gente que repelo y otras que me encantaría pasar horas junto a ell@s? No es fácil la respuesta. Necesitamos, primero, la libertad. Y es algo que no abunda: estamos condicionados en las respuestas a las modas pasajeras, al ambiente, al qué dirán, a nuestros propios prejuicios. Por otra parte, hemos corrompido la razón ¿qué? si, si: ¡corrompido! ¿Cómo? La hemos transformado en canto de sirena, que sólo nos dice lo que queremos oir: es razonable pasármelo como los indios, es razonable aprovecharme de esta persona porque me beneficia, es razonable hacer lo que me de la gana porque así soy más feliz... Hemos entregado a la razón a los apetitos (a las satisfaciones más perentorias, vamos) y así es razonable para un quinceañero el botellón, la discoteca hasta las 6 de la madrugada, los porros y los "enrrollos". Y cuando digo quinceañeros, cada uno que se aplique lo suyo...
Es la conciencia, pues, ese lugar de encuentro... Y ¿para qué? Por lo menos para intentar ser feliz. No haciendo lo que me da la gana, sino lo que debo. Y no lo que deba por imperativo y se acabó, sino por que desde mi libertad descubro que es lo que mejor me puede hacer, aunque al principio -o al final- me cueste, me desagrade... ¿Es agradable dar a luz un hijo? ¿Es agradable preparar exámenes? ¿Es agradable vivir cotidiánamente la misma rutina? Sabemos que no, pero hay un bien mayor detrás: un hijo, un futuro, estabilidad económica y social...
¿Y quién debe formar esa conciencia? Pues creo que cada uno se debe buscar maestro. Yo como Sócrates sólo ilumino, pero no me tengo en maestro de moral. Cada caminante, siga su camino...
Muchos saben ya dónde acudir: sólo deben demostrar a los suyos que merece la pena.
Otros siguen buscando, pero el que busca acaba encontrando. La actitud del buscador es la del luchador, la del inconformista...
Que no seamos como el del vídeo: soñando con lo que puede ser. Despertemos y hagamos realidad nuestros sueños... La vida empieza de nuevo, si quieres...

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