"No camines detrás de mí, puedo no guiarte.
No andes delante de mí, puedo no seguirte.
Simplemente camina a mi lado y sé mi amigo"
(A. Camus)


miércoles, 7 de marzo de 2012

un mundo de copiones


Vivimos una realidad curiosa, mareada por el vaivén de las olas de la moda. Depende cómo quieras ser o qué pretendes que descubran los demás en tí, imitarás a una u otra persona. Tenemos para todos los gustos y variedades: clásicos, yuppies, góticos, ejecutivos, hippies, pijos...
Bandas urbanas, grupos sociales, clubs de deporte, asociaciones varias... A todos nos pueden encasillar en algo. Y todos, claro, debemos responder a esos moldes.
Nos hemos encargado de dejar a la libertad el poco margen de decidir qué quiero ser cada mañana. Pero la elección ya está hecha de antes: en el armario y la ropa ya colgada de antemano, en las llamadas o mensajes que mande a determinadas personas, en los amigos que escoga para pasar la tarde o ver un partido. Nos creemos realmente libres, pero de eso nada.
Podemos decidir si dejamos de lado una invitación de amistad de las redes sociales, o si un día nos creemos "liberales indignados" y nos saltamos el horario... pero no nos equivoquemos: mañana nos volveremos a enroscar en la manta que nosotros mismos nos hayamos liado. Nos gusta que nos identifiquen, nos encanta que nos clasifiquen, no nos gusta ser iguales a los demás. De este modo las diferencias -creemos- nos hacen más auténticos ¿más libres? No, realmente más encerrados en nosotros mismos.
¿Cuál es el verdadero camino? Ser realmente uno mismo. Pero no es nada fácil, ya el pobre Diógenes caminaba desnudo buscando una persona. No dicen si la encontró. El gran reto de cada uno es llegar a atreverse a mirarnos tal cual somos en el espejo: sin disfraces, sin caretas, sin miedos o temores, sin rencillas.
No se trata de ir por la vida por libre, claro. Unas normas mínimas de convivencia nos harán recordar que somos humanos y no animales. Pero dejar los corsés en el armario y decidirse a caminar por libre, sabiendo de quién te puedes fiar (en primer lugar, de tí mismo), será la mejor señal... No vivir preocupado por miradas o comentarios, saber que cada día tú eres la mejor decisión, experimentar que la mejor felicidad es saber que vives satisfecho contigo mismo -guste o no guste a otros-, poder decidir quién es importante y quién ha dejado de serlo. Acostarse cada día sabiendo que has vivido el mejor día de tu vida y que mañana al despertar te espera otro más ¿qué más se puede pedir si sabes ser libre?

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