"No camines detrás de mí, puedo no guiarte.
No andes delante de mí, puedo no seguirte.
Simplemente camina a mi lado y sé mi amigo"
(A. Camus)


domingo, 15 de diciembre de 2013

No se puede servir a dos señores


       

El que espera, desepera refleja el sabio refrán castellano. Y la vida acaba demostrándolo.

Y es que no hay nada mejor que la realidad. Maestra que te hace comprender lo equivocado que a veces puedes estar. Te obcecas, te ciegas, te empeñas... pero al final es imposible, inviable. No merece la pena. Bueno, o si: pero lo que no merece la pena es un camino así.

¿Quién no ha sentido que la lucha prometía pero que el final era inviable? Luchar siempre estimula, empeñarse ensancha el alma. Pero no siempre lo que queremos es lo que podemos. ¡Cuántas veces nos hemos amargado -y hemos amargado- por un final que sabíamos nunca llegaría! Pero somos demasiado tozudos y tropezamos no dos sino infinitas veces en la misma piedra. Nos gusta sufrir innecesariamente. Pero el cansancio aprieta. Las deserciones abundan: prometiste lealtad y coraje, y acabaste en la quinta columna. Nos enardecemos, envalentonamos. Pero somos de horizontes cortos, le damos demasiadas vueltas a la peonza, que siempre gira en el mismo punto.

Hasta que nos paramos. Sacamos un papel en blanco y, en dos columnas, signamos lo bueno y lo malo de cada sueño o situación o proyecto. ¿Para qué liarnos en lo imposible?

La vida está hecha de lo inmediato. Nos mueve, es verdad, un fin o una meta que configura nuestro actuar. Pero una sola. Los corazones partidos nunca funcionaron. Entregarse a dos señores no es servir, es engañarse. Puedes engatusar un rato, un tiempo. Pero nada hay oculto que no llegue a descubrirse.

Saber romper, ceder, resignarse. Hay que atreverse a quemar las velas. Y no es por soberbia, ni pereza, ni desgana. A veces, incluso, es por cariño. No se puede tampoco engañar a los demás. Si te comprometes, cumple. Si haces esperar, llega. Si dices que acompañarás, camina al lado. Pero si no eres capaz ¿merece la pena engañarse y engañar? Que te quieran por lo que eres, no por lo que prometes. El final, si no cumples, es la decepción. Y es una pena que te recuerden de esa manera.

¿Por qué cansarse así? Ofrece lo que eres, lucha por lo que puedes, conquista cada momento. Pero no esperes conquistar una capital antes de haber cruzado las fronteras de ese reino.

Y punto final. A veces ese es el mejor camino. O quizá, punto y seguido. Algún día si podrá ser. Otra ocasión será más propicia. Un baúl, no de recuerdos, pero si de proyectos. Saber esperar, querer cumplir. Ser realista. Y no cansar.

"El alma que anda en amor, ni cansa ni se cansa" dice san Juan de la Cruz. Por eso, examínate de amor. Si estás cansado, si te han cansado, quiere decir que algo ha faltado. Precisamente en lo que justo necesitas: amar y sentirse amado. ¡¿Y quién mejor que Aquel que lo ha entregado todo por ti?! ¡¿Y quién mejor que Aquel que ha renunciado a lo suyo para ser sólo tuyo?!

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