¿Quién no ha sentido la profunda desazón del fracaso, del éxito no alcanzado o del sueño que se quedó a medias? Si en la vida lo que te enamora son la belleza, la profundidad de una mirada o un paisaje en el que te encantaría envejecer, no es menos verdad que el fracaso, la desilusión o la decepción forman parte ineludible del existir.
Enmarcamos elegantemente las fotos de los recuerdos que nos han hecho y nos siguen transmitiendo felicidad. Solo con verlas respiramos de satisfacción, de orgullo. Pero sin necesitar de marco también guardamos otras imágenes -empeñadas en no salir de nuestro recuerdo-, las que nos quitan la serenidad, las que nos recuerdan que ni valemos tanto como creemos ni somos tan necesarios para otros.
El fracaso o la rutina o la decepción pueden llevarnos a un falso camino, que no deja de ser una rápida solución pero que engañosamente es quedarse a medias... Y es vivir simplemente de rebajas: Rebajamos el amor o la entrega o la felicidad o la risa o la compañía o los proyectos. Nos rebajamos a nosotros mismos y rebajamos por tanto a los demás. Entregamos el corazón o la vida o el atardecer al primero o al último que aparece. Cansados de esperar en la estación el tren de nuestra vida, preferimos subirnos al primer mercancías que aparezca. Y ese es el error.
No dudo que sea difícil convivir, proyectar, conocer, perdonar, dar una oportunidad. Pero no nos merecemos cualquier cosa, las rebajas siempre tienen truco: es lo que a nadie le ha servido. Y, por supuesto, yo no me apunto a esa dinámica.
¿Cómo son tus amores? ¿Tus convicciones? ¿Cómo cuidas los detalles o las pequeñas cosas? ¿Merece la pena amar como tu amas?
Para todos la vida es difícil, una escalera que según lo que portes en tu corazón o en tus manos o en tu recuerdo te costará mas o menos subir: pero la culpa no será de la escalera, sino de lo que llenes tu vida. También bajarla: si llevas demasiadas cosas en las manos, no podrás agarrarte al primer resbalón.
Todo es cuestión de qué color quieras ponerle a tu vida. Y si eres de primera o te conformas con las rebajas: ¡en tus manos queda!