"No camines detrás de mí, puedo no guiarte.
No andes delante de mí, puedo no seguirte.
Simplemente camina a mi lado y sé mi amigo"
(A. Camus)


viernes, 7 de agosto de 2015

El que te quiera, ¡que te busque!

                 
    
Si algo tiene nuestra historia es que nos ha conformado a todos según un parámetro dulce y feliz: la comodidad. Nos protegemos del exterior (contemplada la realidad desde el hundimiento de nuestra butaca o sofá) o del horrible repliegue del exterior. Gracias al milagro audiovisual, el universo puede penetrar en nuestra vida sin violentarla. La propia historia se evapora en signos y se borra ante su propio rumiar indefenso y lánguido.

Nos desayunamos con inmigrantes ahogados, extendemos nuestras toallas ante sus cadáveres arrastrados a esta añorada orilla y ya la tarde nos encuentra reconciliados con la vida mientras el hielo se va unificando con nuestra bebida blanca. ¡Salud!

Rapidez, eso si. La eterna novedad de estar al día. De no desfasarnos. De no sentirnos fuera del paso de la común normalidad. Cada noticia o acontecimiento o persona compiten entre sí para obtener nuestra atención. Todos reclaman unos minutos de nuestra historia, pero no todos tiene derecho a ella. 

¿Parece imposible? En nuestras palabras encontramos la respuesta: "hoy no hay nada importante". Y tan tranquilos. Noticias, sucesos, personas que desfilan por nuestros ojos sin llegar al cerebro: nada me dicen y, por tanto, selecciono inmediatamente. No tienen derecho ni al recuerdo (¡de cuántos solo nos acordamos cuando los vemos en las fotos!).

Quien quiere ser parte de tu historia -si deseas serlo de alguien- debe conquistar no solo la mirada, también el corazón pasando por la mente. No es que te conviertas (o se convierta) en algo útil, sino en alguien imprescindible. Con la mirada, actuación, sutileza. Como una eterna novedad, porque sorprendes y te dejas sorprender. "En cada calle, hay un desconocido que sueña con ser alguien. Es un hombre solitario que intenta demostrar desesperadamente que existe" sermoneaban en Taxi driver... ¡Todos tenemos derecho a soñar y no convertirnos en un mero sestear de butaca!

Olvidar el conformismo, quebrantar la esclavitud de lo seguro. Muchos nos son indifentes: no han demostrado su valentía, te han metido en el saco de la cotidianeidad. Y por eso te sales: porque te niegas a ser uno más, "algo más" de la vida de otro.

Si no te ponen en tu sitio ¿para qué seguir condenado a la rutina axfisiante de tener que llamar la atención continuamente con algo extraordinario cuando con lo que eres sirve de sobra? Si no te valoran, hazte el favor a ti mismo y desaparece, serás más feliz. 

Lo dicho, si te quieren... ¡que te busquen!


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