"No camines detrás de mí, puedo no guiarte.
No andes delante de mí, puedo no seguirte.
Simplemente camina a mi lado y sé mi amigo"
(A. Camus)


domingo, 3 de mayo de 2015

¿Sabia decisión o "savia" por necesidad?...

                                               
   
Sin duda el correr de nuestros días no es una eterna primavera florida y hermosa. Situaciones de patinazos en el hielo y de escalofríos de nieve, jornadas de sol radiante como una sonrisa entusiasmada o la simple rutina de unas caducas hojas condenadas cada otoño a besar un frío suelo que sirve de pudridera sepultura. La vida misma.

Quizá lo más interesante y consolador que pueda aparecer en nuestros diversos caminos sean aquellas personas "significantes": todos tenemos una definición, una caracterización en la vida de los otros. No somos lo mismo para cada uno, tampoco somos un mero número. Unos verán en mí, reflejada, la confianza, otros la desconfianza; donde algunos saben pueden encontrar un hombro donde apoyarse, otros no quieren ni pisar donde yo he pasado. Pero así también yo: donde en algunos reflejo amabilidad, dulzura, acogida, comprensión, cariño, perdón, en otros puedo etiquetar en la foto de su perfil traición, desengaño, cansancio, mentiras, cara dura o simplemente (¡lo más cruel!) indiferencia.

¿Un ejemplo de todo esto? Los sarmientos que nacen de la vid: todos se necesitan. El tronco de la vid de por sí no da uvas, necesita las ramas, y ellas necesitan la savia que desde las raíces llegan por el tronco. Una vida que se transmite, que se comunica, una ayuda mutua. Todo nace de la confianza, del sentirse seguro. El mero atisbo de la desconfianza es el principio del final.

¿Cómo no sentir esa savia en las personas que te han hecho descubrir lo que simplemente era un sueño o ideal?  "Non coerceri maximo, contineri tamen a minimo, divinum est" (No quedar abarcado por lo más grande y sin embargo contenerse en lo pequeño, tiene que ser divino): eso del amor o del bien o de la confianza o respeto o amistad son palabras demasiado grandes, con significados tan diversos como sorprendente es el pelaje de los humanos seres. Pero ideales tan grandes como esos se concretan en los detalles, en las miradas, en los gestos, en las actitudes. Y algo así tiene que ser divino. Porque si a Dios definen como eterno bien ¿qué si no puede ser el bien eterno como el sentirse feliz, pleno, acompañado, querido, sostenido?  Nos damos cuenta de que esas personas son los reyes de nuestra vida: porque somos protagonistas de sus proyectos, y ellos de la nuestra. Porque no vivimos un anónimo monólogo: formamos parte de muchas historias en las cuales vamos tejiendo la nuestra... 

Eso si. La rama que no da, o acaba secándose o cortándose. No vale con haberlo intentado un día y vivir enganchado a la rutina. Hay que podar, abonar, incluso estar en barbecho. Si la vida cansa, así las personas que no cuidan lo suyo, a los suyos. Los recuerdos son como páginas de un libro que según se va escribiendo necesita páginas en blanco: o el recuerdo (presencia) es fuerte para permanecer o quedará en los márgenes o simples notas a pie de página.

Esta es la vida. Una lucha por lo que quieres, por los que quieres. Una pelea por saber que cada persona y momento merecen la pena. Estar unido, saber permanecer, comunicarse vida, contagiarse esperanza, vivir en la confianza plena. O todo o nada, pero siempre hay alguien a quien coronar como rey o reina o como reyes de nuestra vida. Es cuestión de quitarse la corona de protagonista y darse cuenta de que la vida se vive en plural, no en el cansino singular de lo mío.


No hay comentarios:

Publicar un comentario