"No camines detrás de mí, puedo no guiarte.
No andes delante de mí, puedo no seguirte.
Simplemente camina a mi lado y sé mi amigo"
(A. Camus)


viernes, 9 de octubre de 2009

Agustín de Foxá, censurado.


Se cumplen 50 años de la muerte del diplomático y escritor español Agustín de Foxá. Un personaje singular. Aristócrata, monárquico, acusado de "beber y fumar en exceso", logró sillón Z en la Real Academia; cultivo diversos géneros literarios destacando especialmente su poesía, escritor consumado. Falangista de primera hora, en las letras del "Cara al Sol" está su aportación. "Mitad soldado, mitad monje" con puesto bajo las estrellas, soñando con imperios, ni asesino ni bandido: aconsejó a García Lorca quedarse en Madrid y no volver a Granada. Su militancia política siempre fue la de un equilibrista sobre el cordel, nunca se llevó bien con un régimen que, como a Ridruejo, le decepcionó. Aquello no era lo que había ideado José Antonio: no soportaba a los aprovechados de aquella victoria de 1939; diplomático al que no amendrentaban ni Serraño Suñer ni el Conde Ciano. Ante todo prefirió ser libre, simplemente Agustín de Foxá.


Pero hoy su memoria está prohibida. Sevilla quiso honrarle, lo de Falange es lo de menos, lo más es su persona ¿o no? Sevilla quería rescatar su poesía, su genio... Pero IU lo ha impedido. La Memoria Histórica de la que hacen gala es sólo para un bando, el suyo. ¿Esta es su democracia? Tienen miedo a Foxá: les aterra la inteligencia, la verdad sin tapujos, la simple libertad. Foxá se da de bruces con su mediocridad, con su nula capacidad creativa que sólo sabe vivir de las rentas perdidas del 34 y 36... que son ya notas desafinadas en la gran sinfonía de la democracia en la que deben participar todos los instrumentos. Izquierda "Hundida" ha perdido la oportunidad de acabar con las dos Españas, ha levantado su bandera, la que realmente siente: la de la revancha. Que Dios, la Inteligencia, les perdone... si puede.



CREADOR


Tú, cuyos ojos fijos en la estrella

la mantienen en vilo sobre el aire.

¡Oh escultor de leones y de arcángeles!

Señor que buscó, como luz alegre

en el torrente oscuro de mi sangre.

Tú que hiciste las manos y la piedra

la manzana y la carie de los huesos.

Airada espada contra las tinieblas.

Que a la culebra diste ojos fríos

y ardientes ojos a la corza en celo.

Del mismo barro. Eva fue desnuda,

Rosada, entre las hojas de laureles

que la vértebra negra edificastes

de los reptiles de la edad primera.

¿Qué pellada de barro voladora

untada de iris se hizo alegre pájaro?

Tú que extendiste verdes los viñedos

en el barro aún mojado del diluvio.

Fuera del tiempo; en las terribles playas

donde la Nada rompe su ola en sombra,

Alto Señor que alegras mis entrañas

que haces un sol con ardoroso beso

o helada luna con tu aliento frío.

Dominador del reino de los muertos

triples luces coloran tu vestido

blanco listón del cielo, verde rayo

vegetal de la tierra y los tizones

rojos de los abismos soterrados.

Por Ti amorosos se hinchan los océanos,

te adoran plantas, rocas, animales

esqueletos humildes entre el hierro

y frescos peces en polares aguas.

Tú sin principio; que Eres el que Eres

que en mi conciencia estás y en mis anhelos

Luz increada y Dueño de la muerte

que entre los velos de la Fe contemplo

y en la hermosura de la tierra intuyo.

Los limitados por sepulcro y cuna

cantamos Tu grandeza sin contornos.

Agustín de Foxá Torroba,

conde de Foxá y marqués de Armendáriz.

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