"No camines detrás de mí, puedo no guiarte.
No andes delante de mí, puedo no seguirte.
Simplemente camina a mi lado y sé mi amigo"
(A. Camus)


sábado, 3 de octubre de 2009

¿Tiene Dios espacio en nuestra sociedad?

Es una pregunta que me suelo hacer con frecuencia.
Vivimos en un mundo de ideas fáciles (sino preguntadle a la Pajín o al Camps) o de pensamiento débil-vacilón (¿verdad Risto?) que pocas veces deja espacio a la profundidad, en este caso a la transcendencia. Es un mundo tecnificado que gracias a la multiplicidad de aparatos nos señala kilómetros-tiempo-calorías en nuestras salidas deportivas, lo que nos queda en la cuenta corriente, los kilos y grasa que nos sobran, en fin: sólo falta una que nos indique los años que nos quedan...
Pero Dios no está de moda: no lo podemos cuantificar, no hay manera de "demostrarlo", no podemos poseerlo para decirle qué tiene que hacer y cómo lo tiene que hacer. Claro, y eso no lo podemos soportar. Somos la generación "de las yemas gastadas", ¿"yemas"?, si: las de los dedos de las manos: del teclado, del ratón, del mando a distancia, del ipod, del móvil, de la pda... A Dios no podemos manipularle, tocarle, apretar el botón de lo que yo quiero... Y ante este resultado lo mejor es no pensar en él, a ver si desparece. Pero algún día aparecerá: cuando el egoísmo impere, las desigualdades, el despropósito social de nuestra generación que cada día tiene más frente a otras que carecen de todo: cuando nos cansemos de vivir así entonces abriremos el baul de los recuerdos donde le hemos escondido para decirle: "¡Ayúdanos!"
¿Dios o el progreso? Mejor: progreso con Dios. Un Dios que se conjuge con libertad, crecimiento personal, madurez, inteligencia...
¿Ves a Dios en nuestra sociedad? A mí me cuesta, ¿a tí?...

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