"No camines detrás de mí, puedo no guiarte.
No andes delante de mí, puedo no seguirte.
Simplemente camina a mi lado y sé mi amigo"
(A. Camus)


miércoles, 24 de febrero de 2010

llorar por ayer... negarse al mañana


Hace falta estar ciego,
tener como metidas en los ojos raspaduras de vidrio,
cal viva,
arena hirviendo,
para no ver la luz que salta en nuestros actos,
que ilumina por dentro nuestra lengua,
nuestra diaria palabra.
Hace falta querer morir sin estela de gloria y alegría,
sin participación en los himnos futuros,
sin recuerdo en los hombres que juzguen el pasado
sombrío de la Tierra.
Hace falta querer ya en la vida ser pasado,
obstáculo sangriento,
cosa muerta, seco olvido.

(Rafael Alberti, Hace falta estar ciego, de "De un momento a otro")



Tristeza de aquellos que se entierran en vida, que su meta es cada día y su afán descansar si más con un horizonte: la campana del despertador. Tristeza de aquellos que esperanza es ahora, futuro nunca arribado, porque nunca realmente es esperado. Tristeza de aquellos que no tienen mañana, porque su hoy es la carga más pesada; y mirando al ayer (¡siempre el ayer!) se consumen por dentro: ¿porque no fue diferente? ¿porqué no fue de otro mi ayer? Tristeza de aquellos que siempre lamentan: mi dicha, mi pena, mi obra, mi vida. Llorar por lo mío, suspirar por lo ajeno. Llorar por Aquel que nunca poseeré, porque precisamente nunca ¿¡verdad!? te atreviste a mirar...


Pero algún día bastará, "algún día volveré a vivir"... eso piensa, día tras día, aliento tras aliento...

¿Y resucita?

Mañana te dirá...

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