"No camines detrás de mí, puedo no guiarte.
No andes delante de mí, puedo no seguirte.
Simplemente camina a mi lado y sé mi amigo"
(A. Camus)


sábado, 20 de febrero de 2010

dos caminos para una misma vida...


Seguro que estamos de acuerdo en que ninguna experiencia es más dura en la vida que la incertidumbre “¿y ahora qué? ¿y esto por qué? ¿y por qué a mi/nosotros? ¿no podría ser esto más fácil?” Son preguntas que todos nos habremos hecho, más o menos veces, pero que sin duda afectan a lo más profundo de nuestra vida. Sólo el infeliz es incapaz de hacerse estas preguntas, porque todo le da igual. A nosotros no... Normalmente todos tenemos una vida más o menos tranquila, con sus quehaceres, obligaciones, diversiones; no solemos tener demasiados problemas... Pero la tentación nos ataca “al final”, en situaciones límite: cuando te sucede lo que no esperabas, cuando la vida te pega un solemne portazo, cuando aquel en quien confiabas te defraudó o te engañó... Nos sentimos heridos, nos tambaleamos en aquello que creíamos sólido: y viene la inevitable pregunta “¿por qué?”... Es igual que un día soleado al que le envuelve de repente la niebla y no descubrimos el camino, como un barco perdido en medio del oleaje del disgusto que no atisba a encontrar siquiera el timón...

Es la DUDA... La pregunta que surge desde lo más profundo... La lágrima última que no encuentra pañuelo que mojar...



(sin la mano de Dios, Mª Elvira Lacaci)



Señor,
no he perdido la fe.
Creo en Ti. Existes.
Has hecho el Universo. Lo conservas.
Has creado a los hombres
y alientas su vivir. Desalentado.
Puedes aniquilarlos. Eres justo.
Y sé que nos aguardas
tras el vaho más último que se desprenda
de nuestros pechos.
Es tu mano la que no sé sentir entre las mías,
Tu mano que a diario
apretaba,
temblorosamente. Desgarradamente. Apasionadamente.
No digo que fue una alucinación esa tu entrega
palpitante y sensible –oh, aún conservo
unas sutiles rayas en la palma de mis manos-.
Pero hoy... no sé pedirte nada. Ni siquiera mi aliento
fluye desesperado hacia tu pecho. Porque hoy
tiene forma de niebla
estancada –es de noche-
en la vasija de este pecho mío.


¿La solución?


Afrontar la vida juntos; saber decir "te necesito", o quizá un "Te quiero de verdad"; no vivir en el egoísmo absoluto de mi "yo y mis circunstancias"; saber dialogar, ayudar, buscar apoyo. Saber aconsejar y sentirse necesitado de consejo. Vivir luchando, esforzándose, no sentándonos en el camino de la vida a llorar nuestras penas, sino secándolas para descubrir quién camina con nosotros...



"La incertidumbre es una margarita cuyos pétalos no se terminan jamás de deshojar"
seamos capaces de dejarla sin pétalos ¡¡¡YA!!!

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