"No camines detrás de mí, puedo no guiarte.
No andes delante de mí, puedo no seguirte.
Simplemente camina a mi lado y sé mi amigo"
(A. Camus)


domingo, 20 de febrero de 2011

Luchar, un empeño diario no apto para todos...

¿Merece la pena luchar por aquello que sabes va a tener un día su final?

Me explico: luchas, te esfuerzas, quieres conseguir ser feliz y lo intentas con todas tus fuerzas. Pones todo lo que está de tu parte, te empeñas, te hipotecas, entregas tu vida... pero sabes que algún día todo eso se puede acabar, que llegará su final, que no todos los sueños se pueden alcanzar. Realmente podemos llegar a preguntarnos: ¿es necesario tanto esfuerzo? En el último acto del drama de nuestra historia parece que te quedas solo: o vencido por la vida, o añorando lo que tanto quisiste pero perdiste, o queriendo volver atrás en la película de tus andanzas para decir ¡por fin! la palabra que nunca llegaste a pronunciar....

Por eso te invito a que le des la vuelta a esta frase. No es “¿merece la pena este esfuerzo?” sino todo lo contrario: “¿si no lo hubiera hecho, podría perdonármelo?” ¡¡¡TODO ES POCO PARA EL QUE AMA!!!

Es verdad que a veces nos podemos sentir cansados: decepciones en el trabajo o en los estudios; las cosas no van por dónde nos gustaría; la enfermedad que pica en nuestras familias y no sale ni a escobazos; los disgustillos de la vida, de amigos, de conocidos; las ausencias de los que se han quedado en los cementerios esperando flores... Pero todo eso nos tiene que dejar el sabor de las cosas bien hechas. No es oportuno lamentarse: ¿podría haber hecho algo más? ¿quizá le demostré poco mi afecto? Esa tentación se llama remordimiento. Por eso, debemos mirar hacia el futuro, con la satisfacción de haber actuado con rectitud: hemos hecho las cosas como hemos podido, y ese ahora es HOY, donde otras personas, situaciones, casualidades te están esperando ¿Vamos a esperar a mañana para darnos cuenta, cuando éste hoy sea un ayer? ¡No! Tendremos que poner todo de nuestra parte para que hoy sea el mejor de nuestra vida, cada día, cada minuto, cada persona, cada acontecimiento... a pesar de los días grises... Aprender de los errores del pasado, cierto. Como tan cierto que no vivir lamentándonos eternamente de los males pasados... “Cuando me da por pensar de noche en mis defectos, me quedo dormido inmediatamente” (O. Wilde).

Pero tenemos que seguir avanzando: en este mundo nuestro parece que siempre tiene que perder alguien. No estamos hechos para empates. Vencen los ricos frente a los moribundos pobres –así cada 9 minutos mueren 5 niños de hambre, frente a la nueva enfermedad del mundo occidental: la obesidad infantil-; vencen los traficantes de pateras frente a los necesitados de encontrar futuro a sus familias –el año pasado por lo menos 200 personas habrán perdido la vida cruzando a España-; vencen las peleas, enfrentamientos, rencillas frente al diálogo, saber esperar, saber ceder, frente al perdonarse. ¡Cuántas veces -¡tantas bobadinas!- nos han hecho quitar la palabra a determinadas personas, no soportarlas cerca de nosotros! ¡Cuántos que formaban parte de nuestras vidas hoy ya no están, y tampoco les esperamos!. Nos hemos acostumbrado a ganar o perder: pero no a empatar. No nos gusta perder, queremos que las cosas salgan como a nosotros nos gusta, como nosotros sugerimos, como lo hemos pensado. Me gustan las cosas claras, ¡que está muy bien!, pero a veces la gente no sigue nuestro ritmo porque es demasiado intenso, demasiado pasional, y tomar decisiones importantes a todos cuesta, pecamos de tener poco tiempo... “El tiempo descubre la verdad” decía Séneca, démosle tiempo al tiempo...

Por eso, necesitamos saber: ¿dónde está la verdad? ¿Qué es el Amor, eso que puede dar tanta plenitud a tantas personas?
  • Cuando todos, piedra en mano, condenan a muerte al pecador, al diferente, al que no es como los demás, cuando dependiendo del color tienes un sitio u otro, cuando por tu casta puedes elegir con quien casarte o que te endosen a alguien para siempre... entendí lo que no es amor. Porque yo era de los que tenían en la mano una piedra, yo era de los conformistas: ¡me daba igual todo! Pero mucha gente esperaba mi mano, mi aliento, mi toma de decisión... y yo preferí esperar frente a los que se quedaron en esta lucha... esperando, como siempre... yo, apretando mi piedra; ellos, cansados de esperar...

  • Cuando la traición o la negación se alza en el patio del callejón del oportunismo, buscando el sitio descarado del privilegio... Cuando los que tienen la razón se callan, porque ha vencido la sinrazón abrazada como meretriz de lujo al poder... Entendí lo que es amor: Porque siempre habrá quien no calle, quien no se conforme, quien no niegue. Y en su osadía veo yo mi cobardía, mi apatía, me veo dándoles la razón... y yo callado, a lo mío, en lo mío... y ya está.

  • Cuando miles de personas necesitan tus palabras, gestos, tu mirada. Cuando tus caminos pueden ser los suyos, tu comida la de ellos, tu vida su esperanza... Podré entender lo que es amor si te decides, si eres valiente, si no callas, si te rebelas, si dices “basta ya”... Aquí y ahora se necesitan: hombres nuevos ¿Dónde se hallan? ¿Detrás de la pantalla del ordenador? ¡Quiero creer!

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