"No camines detrás de mí, puedo no guiarte.
No andes delante de mí, puedo no seguirte.
Simplemente camina a mi lado y sé mi amigo"
(A. Camus)


sábado, 22 de octubre de 2011

¿Y a esto lo llamas amor?



Hoy os invito a que nos detengamos. Que nos paremos juntos a pensar… y que nuestra meditación tenga el mismo camino, el que marca el amor. Pero no tanto en lo que es amor ni en cómo lo debemos vivir o no. Podríamos preguntarnos ¿cuándo nosotros decimos amor, qué entienden los demás? ¿Es nuestro amor lo que los demás llaman o dicen que es amor?

Nuestra sociedad de hoy es relativista ¿en qué sentido? Todo está bien o todo está mal,depende quien lo mire. Lo que a ti te parece lo bueno, a tus hijos les puede
parecer malo: y aquí empiezan los líos. Todos creemos tener la suficiente
capacidad como para decidir en cada momento qué es lo que necesito: porque
quiero ser libre. Por eso hoy nuestra sociedad es débil: nos cuesta perseverar.
La gente se casa, pero al cabo del tiempo se cansa y se pretende romper el
matrimonio ¿es porque la gente es mala? ¡No! Sino que simplemente respira este
ambiente: yo no soy feliz, para qué voy a luchar si puedo seguir buscando. La
maldad no está en el ser persona sino en qué camino usas para llegar a encontrar esa felicidad que todos tenemos. Y cuando digo matrimonios, pues también entran compromisos de trabajo, amistades,contratos… Hoy todo vale ¿por qué?
Sencillo: hemos creído que “todo es relativo, no hay que ser cabezón, que las cosas cambian”… Y cuando nos caímos de la burra nos
dimos cuenta de que los que hemos cambiado hemos sido nosotros.

Más aún: preferimos perder antes de esforzarnos. Nos gustan las satisfacciones inmediatas: vemos una cosa en la tele y la queremos ahora, tenemos un capricho y queremos que sea ya… No nos gusta luchar, nos cansa, enseguida empiezan las dudas de que si seré capaz, que si podré, que si no meteré la pata… Preferimos una derrota digna antes de esforzarnos, luchar,pelear. Esta sociedad se ha hecho muy comodona: todo nos da igual, cada uno tiene su vida, yo voy a lo mío… Hoy está de moda la lucha de los indignados en contra del sistema… ayer fue la revolución del 68 y la ruptura de los tabúes… mañana será otra cosa. Vivimos a salto de mata, a salto de emociones: enseguida los sentimientos mueven masas (la lucha por la igualdad, impedir desahucios,alimentar hambrientos). Por supuesto, esto está muy bien. Pero ¿es este el amor que realmente necesitamos? No, porque seamos realistas: nos quejamos de que “la divinidad” ha desaparecido, que no nos ayuda, que no nos echa una mano, que nos ha dejado abandonados. Pero ¿no somos nosotros los que le hemos dicho a Dios ‘fuera’? Aquellos Adán y Eva –nosotros hoy- vivimos siempre la misma tentación: seréis como dioses… Quiero tener la razón, quiero decidir, quiero hacer
las cosas como me gustan… Le hemos dicho a ese ser creador que su amor no
es el nuestro y nos hemos entregado en brazos de un amor que nosotros mismos
hemos creado: egoísta, avaricioso, soberbio y rencoroso… Hemos creído que
construíamos un amor nuevo y nos ha resultado un engendro… Pero para ir tirando
parece que a muchos les basta… Y este es el drama. El amor ya no tiene implícita la Justicia, es sólo sentimentalismo, muchas veces aprovecharse, otras beneficiarse...

¿Hasta dónde llegar? ¿Cuándo hay que parar? Incluso esta pregunta se ha formulado
muchas veces. ¿Dónde está el bien, el amor? Pues en algo sencillo, nos dirán
algunos pensadores: en considerar si lo que estás haciendo podría ser la norma
para todos, si tu forma de ser podrías ser la del resto de los hombres y
mujeres.

Pero este es otro problema: ¿Es el amor verdadero un mero ser buena persona? ¿Es el
amor simplemente un responder cada momento a cada necesidad, según vayan apareciendo?

La respuesta es sencilla: si, pero no. Si: hay que ser buena persona, intentar
hacer el bien, hacer la vida agradable a los demás, hay que luchar por la justicia…

Pero: no vale simplemente con hacer, hay que vivirlo. Y esta es la diferencia
principal. A ti tus padres no te pidieron permiso para nacer, eres fruto del
amor que un día se tuvieron. Pues así nosotros: el amor no espera motivos para
actuar, se adelanta, prevé las situaciones, sabe estar atento… No le hace falta
plantarse en medio de las plazas de acampada, porque es un amor desde el
silencio, no se hace propaganda, no busca recompensa. Sólo actúa. El amor –escriben-
es hacer a la otra persona eterna; amar es saber que mi vida ya no es un “tu” o
un “yo”, sino un “nosotros”. Amar es hacer que el horizonte de tu vida tenga
nombre, rostro; porque al horizonte nunca se llega y el amor es igual: nunca se
agota, nunca cansa, nunca agota… >Ese es el amor. El amor sí podría ser una
fuerza para el bien, pero nos hemos quedado con el amor fácil, el del fin de
semana…
Pero con el amor de verdad, ¿no sería una gozada estar enamorado? ;)

No hay comentarios:

Publicar un comentario