"No camines detrás de mí, puedo no guiarte.
No andes delante de mí, puedo no seguirte.
Simplemente camina a mi lado y sé mi amigo"
(A. Camus)


sábado, 19 de octubre de 2013

Confiar: vida, futuro y empeño


No es fácil tener fe, incluso hasta puede parecer irracional. Es fácil creer que el ser humano es un salvaje, las guerras y las matanzas del siglo pasado no lo demuestran. Tampoco se hace difícil considerar que la persona es capaz de las mejores hazañas, así voluntarios, misioneros o cooperantes nos lo certifican.

Creer es algo más que asentir o un mero conocer ¿posibles? verdades. Requiere fidelidad, confianza, respeto, entrega. Creer es apostar, es decirle a otro que ya no sois dos o tres o cuatro, sino un nosotros. Sentirse necesitado, hacerse el encontradizo en las necesidades de los otros. Saber que lo que me falta, otros me lo aportan, incondicionalmente.

Asumimos que tiene que haber paz, que el bien debería ser la norma de nuestras acciones. Pero ponerte a creer en otra persona, eso es lo que cuesta. Es reconocer nuestra pobreza, la necesidad existencial de con-vivir. Incertidumbres, temores, esperanzas, sueños, proyectos en común. Creer se convierte en reto, en pasión. En certeza: importas y te importan...

Así lo recogía el pensador y tal cual lo transcribo. Espero sirva...

"Pretendes -eso intuyo- que crea en ti.
Es fácil cuando se queda en pedir,
pero se hace cuesta arriba cuando hay que concretar.
¿¡Amar sin saber qué piensas,
qué sientes, qué quieres, qué buscas!?
No sé qué fe o qué respuesta o qué cariño ansías,
ni siquiera sé qué puedes querer en mi
o qué puedo aportarte
o por qué te has parado en tu camino mendigando mi repuesta;
pero tampoco entiendo por qué necesito fiarme de ti.
Creo en mi cuando consigo la victoria
tras una lucha de horas o días o vidas.
Creo en mi cuando, en la cumbre, 
las humeantes chimeneas acusan
a los cobardes que han preferido perder.
Creo en mi porque me siento juez, parte, amante, 
pensante, 
Pero, ¿creer en ti? Necesito tus brazos,
y tus manos,
y tus palabras,
y tus silencios,
más aún tu mirada,
necesito tu presencia
necesito...
¡Te reclamo entero!
Esa, mi oración de angustia,
que nunca encuentra eco,
que jamás halla respuesta.
¿Se puede vivir así?
Quizá la angustia, la pesadumbre o la inquietud
sean compañeros inevitables de camino,
pero me niego a vivir perdiendo,
no pretendo ser uno más,
ansío ser yo. 
Quizá el problema no seas tu...
Igual lo tengo en mi.
Puede que necesite demasiado,
que pida demasiado,
que espere demasiado...
Pero no puedo luchar contra ello,
mi yo necesita un tu, un nosotros.
Y no es por fiarme de ti, porque tú estás,
sino que llamaba fe a quererme sólo a mi.
Serían pues, mejor, dos caminos,
cada uno el suyo,
donde tu horizonte no se cruzara en mi proyecto,
donde tu presente fuese mi pasado.
Sería más feliz sin tener que angustiarme,
o esperar o clamar o llamar...
Pero por más que camino,
sólo te encuentro...
por más que te evito,
me hago encontradizo...
Por más que me callo,
quebrantas mis silencios...
Por más que lo evito,
siento sólo que me buscas,
y me encuentro, es verdad,
amándote cada día más.
¿Es eso creer en ti?"


No hay comentarios:

Publicar un comentario