"No camines detrás de mí, puedo no guiarte.
No andes delante de mí, puedo no seguirte.
Simplemente camina a mi lado y sé mi amigo"
(A. Camus)


lunes, 7 de octubre de 2013

Volver a soñar

 
Es verdad que muchos sueños se quedan en eso. Proyectos de la imaginación, cual castillo de naipes que tras el primer toque del despertador se desmorona irremediablemente, día tras día. Otros sueños acaban en pesadillas. Y otros, que podían parecer eternos, duran lo mínimo para poder añorar un rescoldo de felicidad.

Así es nuestra vida: el cúmulo de sueños que fueron, que nunca serán y que jamás sucederán como yo quiero. Y además, son estos últimos sueños los que más nos hacen sufrir: nos imaginamos lo que no hay, lo que debería haber, lo que a me me gustaría... Y claro, nunca sucede. Nunca te dicen esa palabra. Nunca entendieron esa mirada. Nunca se plantearon esa llamada.

Por eso, seamos realistas: lo mejor es vivir despiertos. Las personas no son sueños. Son parte de la historia de mi vida, de nuestros quehaceres. Lo bueno, lo malo; lo que me atrae, lo que me distancia; lo que perdono, lo que me perdonan. Nadie es de película. La trama diaria está llena de comedia, drama, epopeya, tragedia, romanticismo, incluso de belicismo. De los sueños, se despierta. Pero de la vida, nunca. No podemos pues apoyarnos en sueños, sino en aquellos que ya forman de alguna manera parte de nuestra vida. Es verdad que no serán los mejores, no tendrán todas las cualidades que buscamos, no llenarán todas nuestras ansias... ¿Y? Cada persona es única, por eso cada uno aporta algo único, especial, diferente, grande. Como nosotros a ellos.

Por eso, cuando aparece alguien en tu vida que tiene pinta de ser especial, se te disparan los resortes. Quizá la casualidad o un encontronazo o una presentación, la vida misma. Un horizonte nuevo a descubrir, mil distancias que salvar. Y una vida, la tuya propia, que tanto te ha costado ir tejiendo, y que se presenta para otro como un puzzle a recomponer. Es un empezar desde la nada, -casi desde el 0, sabiendo que ya tenéis el 10- pero poniendo significado a la confianza y al conocimiento mutuo, sabiendo despejar interrogantes, dudas o malentendidos. Intentando que no se repitan errores, aprendiendo de lecciones pasadas. Queriendo ir rellenando vacíos y silencios. Sabiendo aprovechar cada momento, haciéndoselo disfrutar al otro. Cada vida es única, cada amistad -por tanto- irrepetible también, con unos límites que otros no tendrán, con unas barreras salvadas que otros si se encontrarán. 

Lo mejor es dejarse sorprender. Quien sorprende, gana. A quien sorprendes, le ganas.
¿Hemos sido ya derrotados en la batalla por la rutina, la indiferencia o los miedos? 
¡Conquistemos la vida, construyamos nuestros sueños!

No hay comentarios:

Publicar un comentario