"No camines detrás de mí, puedo no guiarte.
No andes delante de mí, puedo no seguirte.
Simplemente camina a mi lado y sé mi amigo"
(A. Camus)


lunes, 18 de mayo de 2009

Nos dejamos engañar como "niños"...

Si algo puedes decir de un niño es que todo se lo cree, de ahí los traumas cuando te enteras de que Papá Noel, Ratoncito Pérez, Reyes Magos tienen el mismo nombre y apellidos de tus padres. A un niño lo engañas en un momento, se fían plenamente, en su vocabulario no entran palabras como mentira, engaño...
¡Pero aunque vayan pasando los años seguimos igual de ilusos! ¡No apredemos! Somos hijos de lo inmediato, de la moda. Nos dejamos engañar por el que hable con pasión, con firmeza. Nos creemos mentiras absolutas como la más prístina verdad. Lo que hoy es mentira, mañana puede llegar a ser verdad. "We can!" se ilusionaron los norteamericanos, y resulta que el "can" se ha marchado por otro camino moviendo alegremente el rabito.
Jugamos todos un partido de tenis donde luchamos por pasarnos la pelota: adular-recibir compensación, "combayar"-"ser de los prestosones", buscar beneficio-buscar rendimiento. Más o menos todos jugamos en esta liga. La lucha es constante: cimentar una moral sólida o vivir en la moralina del momento.
No somos los primeros:
"Pasó un ministro del emperador y le dijo a Diógenes: -¡Ay, Diógenes! Si aprendieras a ser más sumiso y a adular más al emperador, no tendrías que comer tantas lentejas.
Diógenes contestó: -"Si tú aprendieras a comer lentejas no tendrías que ser sumiso y adular tanto al emperador". Este es el filósofo que buscaba un hombre honrado y, al parecer, murió sin encontrarlo.
He aquí el dilema "tener moral" o "vivir en moralina": La moralina es fácil, superficial, presuntuosa, puritana y palabrera (¡¿a cuántos conocemos así?!).
La moral es difícil, profunda, humilde, cauta, callada y alegre...
¿Somos de los que tragamos las lentejas? ¿De moral profunda, aunque sea en construcción?
¿O buscamos emperador al que adorar? ¿Los de la moralina barata?

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