"No camines detrás de mí, puedo no guiarte.
No andes delante de mí, puedo no seguirte.
Simplemente camina a mi lado y sé mi amigo"
(A. Camus)


martes, 9 de junio de 2009

¡¿Por qué no te callas?!

Seguramente alguna vez nos habría "prestado" soltarle la real frase a algún pedante de turno. Vivimos en un mundo de imagen, de rapidez: miles de imágenes pasan por los cientos de canales de televisión cada día. Por eso aborrecemos -y nos aburren- cada día más los pesados.
Esos que te tienen horas y horas de pie en la calle, que te los encuentras en el bar o que te llaman por teléfono, sacando siempre el mismo propósito: alterar el recorrido, cambiar de bar y grabar su número para no volver a descolgar por descuido.
Cada día nos aislamos más: por internet ya se hace casi todo; en unos años ya podremos hasta casarnos. Es verdad que cada vez nos sabemos menos nombres, lo que importa es nuestra IP. Ya somos tres generaciones contemporáneas: la de los abuelos que no callan, la nuestra embobada ante el dios ordenador y los que van llegando que no paran. Es un conflicto: palabra vs. ordenata, vida vs. vegetar.
Hoy nos advierten del gran peligro de nuestra sociedad: el sedentarismo, por tanto, la obesidad. Es la gran plaga de nuestro siglo... ¡¿pero nadie se da cuenta del placer que da?! Una buena paella, un buen vino, un azucarada pastelada... "un segundo en la boca, toda la vida en el culo" se alientan las mujeres en su lucha contra el michelín...
No sé, este mundo va regular. No hablamos, engordamos, no nos movemos... ¿pero no somos felices? Ya lo dice el refrán: la danza sale de la panza; por eso no hay mejor temporada que el invierno, también lo dice el refrán: la capa todo lo tapa...
Pues nada, cubrámonos con la capa de la modernidad...

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